Los 100 años de João Guimarães Rosa

Modesto e inclinado a la introspección, João Guimarães Rosa (Cordisburgo, 1908-1967) nada publicó en libro hasta la impresión de Sagarana (1946), cuentos que habían aparecido en una revista sin causar repercusión alguna.

Descubrí -dijo a Günter Lorenz en 1965- que la poesía profesional, tal como se la debe manejar en la elaboración de poemas, puede ser la muerte de la poesía verdadera. Por eso volví hacia la saga, la leyenda, el cuento sencillo, pues estos son asuntos que escribe la vida y no la ley de las reglas llamadas poéticas.

Sagarana contiene nueve parábolas o dramas psicológicos sobre la vida de vaqueiros, peones y criadores de ganado, ricas en humana violencia, magia y brutalidad, exactas en sus imágenes de la botánica y la zoología regionales, con observaciones poéticas de una lentitud de pintor que inmovilizara la realidad por días y semanas mientras re-examina los modelos. El volumen incluye Hora e Vez de Augusto Matraga, anuncio del vasto asunto de su gran novela: la conversación-redención de un jagunço  arrepentido y vencido, que ilustra la parábola según la cual la vida es como el intento de cruzar a nado un río, pero al llegar a la otra orilla, luego de incontables esfuerzos, sabemos que la corriente nos ha arrojado lejos del lugar donde queríamos llegar.

Corpo de baile (1956), son siete novelas cortas donde los dilatados horizontes y fantásticos espectáculos naturales en perpetuo cambio, destilan en sus moradores fascinación por el misterio y lo sobrenatural, vagos terrores, creencias, supersticiones y miedos cósmicos. Sus personajes son víctimas del mundo. La oralidad de estas historias, inidentificables en lugares o épocas, es una fusión personalísima de artificios y espontaneidad, sometiendo la lengua, atomizándola mediante la invención de onomatopeyas, libres permutaciones de prefijos verbales, atribución de novedosos regímenes, inversión de las categorías gramaticales y multiplicación de desinencias afectivas.

Estas experiencias lingüísticas y su extraordinaria voz fueron llevadas a su mayor expresión en Grande Sertão-Veredas (1956), un monólogo-diálogo de Riobaldo, un ex-bandido, convertido en honorable estanciero, que recuerda con nostalgia, -a fin de deshacerse de varios secretos cuando ha empezado a envejecer-, sucesos de su rica vida aventurera y amorosa ocurridos a finales del siglo pasado. La historia, aparente, de la lucha entre dos bandos de jagunços, termina por levantar un mundo violento demarcado por el Gran desierto  (lo inconsciente) y los Pequeños ríos  (lo consciente),lleno de traiciones, terrores religiosos, miseria y explotación; recorrido incesantemente por bandidos, políticos y un ejército implacable y venal. A través de esta memoria a saltos trasmite la realidad del brutal paisaje y trágica violencia, que para la imaginación de los viejos  seguidores de Antônio Conselheiro, -cuya alquimia de cultos cristianos, ritos africanos e indígenas dio origen a las macumbas y el candomble -, era una grotesca cruzada de dudosos caballeros andantes. La destreza narrativa de Guimarães Rosa permite que la historia se deslice, de la realidad a la fantasía, y de ésta, al mito, como en muchos de sus cuentos, con un expresionismo e invención mitológica de primer orden.
El asunto  de la novela es la posesión diabólica. Riobaldo está convencido de haber hecho un pacto, que le llevó a una vida de perversidad y crímenes, con un daimon  que aparece en todas partes: es voz en el desierto, susurro en la conciencia, súbita mirada tentadora, irresistible maldad. Para conjurar el efecto del Patas aparece Diadorim, muchacha disfrazada de hombre, cuya identidad sólo es revelada después de su partida de este mundo. Riobaldo cuenta sus esfuerzos por vengar la muerte, y entender, la relación con  su extraordinario amigo y constante compañero, joven de inusual hermosura y pureza hacia quien siente una atracción sexual que le atormenta. Siendo un cuento contemporáneo de la lucha entre el bien y el mal, el ángel y el diablo son difíciles de identificar para un hombre fatigado con las vacilaciones, las dudas y la angustia. Como centro de la relación se encuentra la aventura de esa alma, que dividida entre el amor y el odio, la amistad y la enemistad, la superstición y la fe, pero inspirada por el honor, el amor ultramundano y la más transparente amistad, lucha -como un caballero andante medieval- contra la traición, la tentación de la carne y los oscuros poderes de las tinieblas.

Riobaldo sabe que la vida no es inteligible. Descifrando las cosas que le parece importa salvar del olvido, hace su confesión para sí mismo -frente al rostro mudo del lector-, movido por el anhelo de reafirmar la unidad de su yo; tratando que su papel en los misteriosos caminos de la existencia tenga algo de positivo. Sabe que cada hombre tiene un lugar en el mundo y en el tiempo que le ha sido concedido; que su tarea, una vez cumplida, debe servir a la verdad de los hombres. Así, sus averiguaciones sobre la existencia del diablo y la naturaleza de sus poderes no sólo nos van preparando, en las incesantes alusiones, para recibir un espantoso misterio, sino que desean, al vincularlo a una realidad concreta, aislarlo, -mediante el Amor-, para que no vuelva a contaminar el mundo. Cuando al fin llega la revelación, así haya sido presentida, nos trastorna. Riobaldo queriendo someter a Hermógenes, asesino del padre de Diadorim, pacta con el Maligno y puede hacerse jefe de su bandería. La ayuda del demonio le hace pensar en cómo tendrá que pagarla. Pero Diadorim muere en el mismo momento en que mata a Hermógenes, el Mal.

Entendemos entonces las especulaciones metafísicas del viejo ex-bandido: si rehace en la soledad de su edad todas las suposiciones de los teólogos, toda la teoría de la demonología -llegando hasta creer que Satán es parte del ánima- , es por un asunto personal, íntimo, revivido de manera tan verosímil que quedamos convencidos de la posibilidad de la experiencia. Riobaldo sabe y nosotros le creemos, que los acontecimientos inesperados y favorables que ha vivido forman parte del pacto: llega a sentirse omnipotente, señor del mundo, y entonces surge su duda, da pasos en falso, no sabe qué hacer y siente una terrible insatisfacción. Su poder, como sucede a menudo, llega en el momento en que ya de nada sirve, cuando los obstáculos para llevar a cabo su pasión por Diadorim desaparecen. Riobaldo,  poeta, al hacer el inventario de su vida ha hecho una travesía por todas las contingencias del ser: el amor, la alegría, la ambición, la insatisfacción, la soledad, el dolor, el miedo y la muerte. Ha referido hechos y cosas como si hubiesen acabado de suceder, sin mancharlas con la razón, descubriendo los abisales sentimientos del alma, los ocultos mecanismos de la  alienación.

Otra lectura que debe hacerse de Grande Sertão: Veredas  es la de su cuerpo de poesía, su lenguaje. Por estar cargado de un hondo sentido moral y místico,  de Guimarães Rosa es principio de todas las cosas: las palabras significan y vuelven a ser, las sílabas tienen el color y la resonancia subconsciente de su forma, la magia rige sus significados. El eterno poema escrupuloso penetra en los modismos y peculiaridades expresivas de las gentes del sertón, el mundo creado por Guimarães Rosa a partir de su lengua: el portugués de Brasil transformado por su conocimiento de otros idiomas, libre de la tiranía de las gramáticas y los diccionarios, inventados, según afirmó, por los enemigos de la poesía. Guimarães Rosa recurre a células rítmicas, aliteraciones, rimas internas, osadías morfológicas, elipsis, cortes y dislocaciones de la sintaxis, voces arcaicas y neologías, metáforas, anáforas, metonimias, fusión de estilos y coro de voces para levantar un habla densa y profundamente personal por lo enigmática. Cada frase es un verso que hace de la totalizante estructura otro signo de la historia que cuenta. La distribución de los acentos en las frases, el ritmo de cada párrafo, indican los diversos estados de Riobaldo mejor que los sucesos mismos. Al final, cuando el protagonista ha logrado vomitar el fardo de la vida, cuando ha quedado vacío, sentimos también el efecto de la catarsis.

Desde niño João Guimarães Rosa se mostró interesado en la naturaleza, el mundo de los insectos y los idiomas. Habló francés, inglés, alemán, español; y leía en latín, italiano, sueco, serbocroata, griego antiguo y moderno, húngaro, danés y ruso, aparte de tener buenos conocimientos de árabe, persa, malayo, japonés, indo y una variante del chino. Médico, ejerció la profesión durante varios años, recorriendo extensas regiones, conviviendo con las gentes, los paisajes y escuchando las interminables historias de los campesinos. Tomó parte en la Revolución y Guerra civil de 1930-1932 y luego entró en el servicio diplomático con misiones en Hamburgo, justo antes de la Segunda Guerra Mundial, salvando la vida de varios judíos; en Bogotá (1942-1944-1948) y París (1958-1961). Terminó su carrera diplomática siendo Director del Servicio de Fronteras del Ministerio de Relaciones Exteriores en Río de Janeiro.  Murió en Copacabana tres días después de haber recibido un homenaje en la Academia de Letras, donde había sido elegido desde 1963.

Me imagino haber vivido ya una vez, confesó a Lorenz. En esa vida también fui brasileño y me llamaba João Guimarães Rosa. Escribiendo ahora, repito lo que he vivido antes. Y para estas dos vida no me alcanza un solo léxico. En otras palabras: quisiera ser un cocodrilo viviendo en el San Francisco. El cocodrilo llega al mundo como un magíster de la metafísica, pues para él cada río es un océano, un mar de la sabiduría aun cuando llegue a tener cien años. Me gustaría ser un cocodrilo pues amo los grandes ríos, ya que son profundos como el alma del hombre. En la superficie son muy vivaces y claros, mas en la profundidad son tranquilos y oscuros como las penas de los hombres. Amo algo más de nuestros grandes ríos: su eternidad. Sí, río es una palabra mágica para conjugar eternidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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