Proverbios
No hables.
Mira cómo las cosas a tu alrededor se pudren.
Confía sólo en los niños y los animales
      y de los ancianos aprende el miedo de haber vivido demasiado.
A tus contemporáneos pregunta sólo cosas prácticas
      y comparte con ellos tus fracasos, tus enfermedades,
      tus angustias, pero nunca tus éxitos.
De tus hermanos ama el que está lejos
      y teme al que vive cerca.
A tus padres nunca preguntes por su pasado
      ni trates de aclarar con ellos tu niñez y juventud.
Con tu patrón no hables, escríbele y nunca le cuentes
      tus planes futuros y miéntele respecto a tu pasado.
Ama a tu mujer hasta donde ella lo permita
      y si llegas a tener hijos, piensa que,
      como en los juegos de azar,
      podrás ganar o perder.
El destino no existe.
Eres tú tu destino.
Y si llegas a la vejez
      da gracias al cielo por haber vivido largo tiempo,
      pero implora con resignación por tu pronta muerte.
Los que no tenemos dinero ni poder
      valemos menos que un caballo,
      un perro,
      un pájaro o una luna llena.
Los que no tenemos dinero ni poder
      siempre hemos callado para poder vivir largos años.
Los que no tenemos dinero ni poder
      llegados a los cuarenta
      debemos vivir en silencio
      en absoluta soledad.
Así lo entendieron los antiguos,
      así lo certifica el presente.
Quien no pudo cambiar su país
      antes de cumplir la cuarta década,
      está condenado a pagar su cobardía por el resto
      de sus días.
Los héroes siempre murieron jóvenes.
      No te cuentes, entre ellos,
      y termina tus días 
      haciendo el cínico papel de un hombre sabio.