Anotaciones
Dulce enemiga 
      que llevas al hombre 
      más allá de sí mismo. 
Adoro tus perfecciones
      y tus fulgores sobre mi cuerpo helado. 
Recorres a zancadas
      los cielos —nada apacibles—
      y las estrellas incesantes
      y las estrellas quietas. 
Bella al alba y al crepúsculo
      dueña de la vida
      todo te magnifica.
Ante vosotros llego
      soberanos de la gran ramera
      con la vieja segadora de vidas. 
Otorgadle, 
      como a los secuaces del gran negocio,
      pasteles y agua y aire
      y una casa solariega en Manhattan.
Retrocede, Sui,
      viejo cocodrilo
      no me acometas
      vete
      no cortarás mi juventud.
Mis versos
      como cuchillo de pedernal,
      mis versos
      como muelas de joven caballo,
      destruirán tus ojos y tu boca.