Como la comadre de Bath
Tú, como la comadre de Bath,
      vuelve tres veces a Jerusalén,
      visita de nuevo Colonia,
      respira el aire de incienso
      del botafumeiro de Santiago,
      en Compostela.
Habrás conocido cómo la carne importa
      —tanto o menos—
      que las emociones de Bracciolini
      al descubrir los antiguos manuscritos
      llenos de polvo, basuras y dientes de ratón.
La ruina de tu tiempo
      es igual que los restos
      de esa ciudad de salas derruidas.