Llegada la hora
Llegada la hora, hicieron lo suyo.
      
Presenciaron los hechos y el fracaso.
      Incorporaron sus setenta y cinco años 
      y tomando dos trozos de cal y canto 
    procedieron a concluir la tarea.
Los ojos vieron el cabello confundido de su madre.
Los ojos vieron los encendidos labios de su madre.
      Los ojos vieron el cuerpo y el alma de su madre,
      la única que había tenido 
      y tendría para siempre.