Santa Fe de Bogotá
Se detienen en las esquinas para saludar,
      confabular, murmurar y augurar
      las ganancias de la semana próxima.
Nada dicen a ellos las señales de muerte
      que castigan las calles
      ni el olor de ánima yacente
      que exhalan los duros mediodías
      de Marzo.
La vida va dando tumbos
      y el ladrón o el ministro
      duermen un sueño
      que dura ya cinco siglos.
Sólo los locos, ululando en las plazas,
      son felices.